miércoles, 9 de enero de 2013

SUEÑO DE UNA REALIDAD

Cada vez que revivo aquellas escenas en mi cabeza, que jamás habría osado contar, me estremecía de miedo, las lágrimas se me helaban en los ojos; no obstante, he decidido mezclar los ingredientes de aquella realidad y plasmar en el papel todas mis vivencias.
Hoy, como cada día, el canto de los pájaros rasga el silencio del día y una nueva jornada me aguarda: regresar al instituto que solía frecuentar y, en su aniversario, redescubrir la felicidad que algún día conocí relatándoos esta pesadilla vivida que, nunca antes como el día que inició, tanto había anhelado que acabara.

Los días pasaban lentamente mientras me devanaba los sesos imaginando las posibilidades del incierto futuro. Al caer la noche me costaba conciliar el sueño, esperando con ansia la luz del día. Tal vez esto era una señal que me anunciaba el acontecimiento que posteriormente marcaría mi vida.
Se proclamaba vigorosamente la luz del día, el dorado sol se aposentaba sobre mi cuarto y, como cada día, me disponía para acudir a clase, pero algo no marchaba como siempre...busqué temeroso a mi madre y le rogué que me aclarara lo que sucedía. Permanecí atónito durante su explicación, apretándome los párpados con los dedos para contener las lágrimas.

Se contaban tales historias de la guerra que parecía que tuvieran lugar en un país lejano y diferente, pero ahora los rebeldes habían llegado a nuestro pueblo y, sin duda, aguardaban destruir nuestras vidas. El silencio era aterrador, ya no por la conmoción que me suscitó la noticia, sino porque vagaba en mí la sensación de que aquello ya lo había vivido anteriormente.

Pasé el día hundido en lo más profundo de mis pensamientos, lloraba en silencio, por miedo quizá a que también me robaran mi propio llanto. La cabeza me latía como una campana, la última brisa nocturna me cerró los ojos...

Un gallo cacareó para disipar los últimos restos de la noche y acallar los grillos que no se decidían a soltar la oscuridad. El sol ascendía lentamente, pero ya habían empezado a proyectar las primeras sombras sobre el horizonte. Una vez despierto me encaminé a buscar a mi madre. Pero la búsqueda no tuvo éxito alguno, no había señales de su presencia en toda la casa, ni de ellam ni de mis hermanos. La casa estaba totalmente desvalijada, así que salía apresurado a la calle. No me faltó tiempo para preguntar a la primera persona que me encontré en el camino, un anciano,quien provocó en mí el peor de los sabores al escuchar de su boca que mi familia había tenido que huír cuando los rebeldes interrumpieron de madrugada en la casa. ¿Y ahora qué?

En ese momento sentía como si mi cuerpo estuviera vagando fuera de mí y oía mis pasos más fuertes que los latidos de mi corazón, era consciente de que cada noche era yo mismo el que elegía mi destino, todos mis sueños cobraban forma al día siguiente, pero...¿por qué? ¿por qué este castigo? Me eché a llorar. No podría soportar esta condena día tras día, noche tras noche, sabía que debía hacer lo posible por sobrevivir, pero la parte más difícil ahora era la soledad. Ahora debía vivir en dos mundos: mis sueños, esos sueños que, de algún modo roban ahora mi infancia y mi felicidad; y las experiencias de mi nueva vida encadenadas a los recuerdos del pasado.

La noche cayó y la luna me seguía bajo las densas nubes suspendidas sobre mi camino, su resplandor se fue amortiguando con cada uno de mis pasos. Me daba miedo dormirme, ya quelo vivido durante la noche sería mi mañana, pero estar despierto también me traía recuerdos dolorosos, recuerdos que me habría querido borrar, pero son parte de mí ahora, de lo que soy...
Extrañaba mi casa, mi familia, mi instituto, mis profesores, mis amigos,...y por unos minutos intenté imaginar cómo habría sido mi vida desconociendo mi porvenir. Pero pronto me estremecí al recordar que ya no controlaba mi futuro, era ahora esclavo suyo. Me estremecí también al pensar en los indicios de que mi infancia estaba amenazada como nunca antes lo había estado, me la estaban robando. Ya no temía por mi vida, sentía como si estuviera siempre esperando que la muerte viniera por mí, ese último sueño que, como todos, al día siguiente reviviría y, por suerte, sería el último que pondría punto y final a este desagradable juego. ¿Cuál era el motivo de embarcarme en este viaje? ¿Qué había hecho? ¿Cuándo llegaría mi final?  Y llegó el canturreo nocturno, pero ya no deseé que la noche me hablara, había perdido cualquier esperanza de futuro, lo mejor era desisitir y afrontar esta pesadilla. Me dormí entre interrogantes.

El sol se abría paso en la mañana por todas y cada una de las calles del pueblo, sentí sobre mi rostro una sutil caricia que me incitaba a levantarme. Era mi madre, ahí próxima a mi cama como cada mañana, recordándome que un nuevo día y una nueva jornada de instituto me esperaba. No me lo podía creer, ya no distinguía entre sueño y realidad, ¿de verdad estábamos vivos? Me pellizqué para comprobar la veracidad de ello y eliminar indicio alguno de que no era un sueño.
Mi madre me miraba extrañada recordándome con tono amenazador que llegaría tarde a clase. Hoy el instituto se viste de gala y no debía llegar a deshora, tenía que contarles a todos lo vivido aquella noche.

Porque una vez tuve un sueño, del que creí no poder despertar, y aún sigo teniendo la sensación de que lo que vivo forma parte alguna vez de estos, pero no voy a aferrarme a falsas sensaciones porque nuestra mente infinidad de veces va más allá de nosotros mismos... ¿quién no ha subido alguna vez al desván de los sueños?

L.

 
'Un largo camino' de Ishmael Beah me inspiró para la creación de este relato. 'Así es como se libran ahora las guerras: con niños traumatizados, drogados y empuñando AK-47. Los niños se han convertido en los mejores soldados'.Libro que me impactó por su dureza pero que recomiendo encarecidamente

No hay comentarios:

Publicar un comentario