domingo, 25 de noviembre de 2012

JUGANDO CON MUÑECAS


Hace apenas una hora que había anochecido, era la hora de cenar. Lloviznaba. El sonido inminente de la puerta anunció su llegada. Una vez que la puerta se hubo abierto su corazón empezó a latir con fuerza, y no era por amor. Nunca se explicó cómo todavía esto era posible, pues nunca había tenido el corazón tan roto. Él ya estaba allí.

Se sentó en la mesa frente a ella. Ella, cabizbaja, apenas se atrevía a articular palabra:

- Toda la tarde trabajando y llego a casa y me encuentro esta porquería de cena. ¿Acaso lo haces para fastidiarme?
La muñeca no contesta.
- Ahora me dirás que has estado muy ocupada y que no te ha dado tiempo  a preparar otra cosa, ¿verdad?- y diciendo esto levanta el plato de la mesa y lo tira por encima de su cabeza.
La muñeca no contesta.
- Tú no digas nada, mejor, calladita estás más guapa. No sirves para nada.
La muñeca no contesta.
- Bueno y ya que no te has dignado a hacer una cena en condiciones...¿qué narices has hecho en toda la tarde? ¿Por ahí con tus amigas, verdad? Reconócelo, no pasa nada. Sabes que me voy a acabar enterando...
La muñeca no contesta.
-...¿ no se te habrá ocurrido salir a la calle con ese escote, no? Ya lo que me faltaba, que vayas por ahí provocando a otros hombres mientras yo me estoy matando a trabajar.
La muñeca no contesta.

Rápidamente se levanta, y sin mediar palabra la coge del cuello y la golpea mientras la insulta.
La muñeca no hace nada.

De repente entra sorprendida la madre del pequeño Juanito a la habitación.

-Juanito, hijo, ¿qué son esos golpes? ¿a qué estás jugando?- pregunta ella.
-A mamás y a papás- contestó el pequeño.
- Con las muñecas no se juega, hijo. Vamos, devúelvele la muñeca a tu hermana, que es la hora de cenar y tu padre está a punto de llegar- ordenó la madre.

Hace apenas una hora que había anochecido, era la hora de cenar. Lloviznaba. El sonido inminente de la puerta anunció su llegada. Juanito sale de la habitación en brazos de su madre percatándose de su cara de pánico y el moratón en el brazo.



 
Aquel que roba tu sonrisa con palabras, no te ama
Aquel que priva tu libertad con golpes, no te quiere.
Aquel que te domina con insultos, no te respeta.
Aquel que te esclaviza con reproches, no te merece.
 
Mujer, ni los insultos, prohibiciones, reproches, engaños, amenazas, estorsiones, gritos o humillaciones enseñan. Recuerda que no sólo duelen los golpes, las peores marcas no están en la piel, y son incurables. Rompe el silencio, siempre estás a tiempo, no eres suya ni de nadie. TÚ eres tu única dueña.


 Hoy, y todos los días, estás a tiempo. DI BASTA

L.

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